Medicina General


1.- El concepto de médico general. 
El médico general es el profesional de la medicina que cuenta con los conocimientos y las destrezas necesarias para diagnosticar y resolver con tratamiento medico y con procedimientos sencillos la mayoría de los padecimientos que el ser humano sufre en su vida, desde niño hasta la vejez, con acciones frecuentemente realizadas en el consultorio del medico o en la casa del enfermo. En la última fase de la vida, donde predominan las enfermedades degenerativas que por su cronicidad hacen más necesarios los cuidados permanentes, el apoyo y una buena relación con un médico de familia puede ser la solución sencilla y de bajo costo de la mayoría de estos casos.
La medicina general ha sido durante centurias la base de la atención de los enfermos. Este hecho conocido y reconocido por autoridades educativas y por los encargados de organizar los sistemas de atención a la salud no ha desembocado en que esta forma de ejercicio sea la parte más importante, por lo menos desde el punto de vista académico y de su capacidad de solución de los problemas médicos cotidianos, del sistema de atención a la salud en México; así es, aún reconociendo los esfuerzos que en los últimos lustros han realizado instituciones tan importantes como el IMSS y el ISSSTE en este sentido. Si se analizan las cifras de inversión destinadas a la medicina de segundo y tercer nivel son incomparablemente mayores que las destinadas al primero. Estos últimos segmentos de la atención medica seguirán recargados de trabajo mientras no se organice una buena medicina de primer nivel.
2.- Tendencias históricas del ejercicio de la medicina general. 
En México la medicina general fue el principal recurso de atención medica durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. No solo por el volumen de pacientes atendidos sino por la calidad académica de los médicos generales. Ellos concibieron y organizaron la Academia Nacional de Medicina, la presidieron durante sus primeros lustros de vida; el alto nivel y el prestigio que pudieron darle a esta corporación determinó su permanencia en la vida médica nacional, logrando una vida continua durante y después de la lucha armada de principios del siglo XX.
A mediados del siglo pasado, las tendencias a la medicina especializada, que ya se daba en los albores del siglo, cobró importancia, formándose especialistas y subespecialistas que en la segunda mitad del siglo acapararon el manejo de los enfermos, las posiciones académicas, los presupuestos de las instituciones de salud, el ejercicio de la medicina privada y los proyectos de enseñanza de posgrado, así como los esfuerzos de una educación medica continua, cuyo defecto de ser verbalista, con predominio de la información sobre las destrezas formativas, defecto menos notorio en la que se ofrece a los especialistas y prácticamente la única a que puede acceder el médico general.
Este desbalance en la formación de especialistas se debe a varias razones. Por una parte, el trabajo de estos es mejor remunerado tanto en la medicina institucional como en el ejercicio privado de la medicina; en oportunidades académicas hay mejores perspectivas para el recién graduado; los estudios de posgrado en residencias les permite numerosas posibilidades; en el mercado de trabajo médico privado la sociedad informada de manera imprecisa busca, a la menor molestia física al especialista; por otra parte, no ha existido un plan nacional de estudios de posgrado que organice estos de acuerdo a las necesidades del país, tanto las institucionales como las que se pueden encontrar en el ejercicio privado de la profesión, de tal forma que la mayoría de los egresados no tiene màs limitación para acceder a estudios de especialidad que su propia capacidad, teniendo esta selección un resultado secundario negativo: el ingreso a las residencias de especialidades selecciona a los mejores egresados de la licenciatura, hecho que ocasiona una selección negativa; los menos capacitados se quedan para ejercer alguna forma de medicina general.
En el caso de la medicina general, durante la segunda mitad del siglo XX, no solo se ha insistido en su importancia, sino que ha habido proyectos que teóricamente debían impulsarla; en la UNAM tanto el Programa A-36 que se inició a principios de los setentas, como el posgrado en Medicina Familiar que aprobó el Consejo Universitario en 1981, fueron esfuerzos de la Facultad de Medicina tendientes a impulsar la medicina general. En la misma década de los setentas la apertura de Escuelas de Medicina en la ENEP Iztacala, en la ENEP Zaragoza y en la UAM, tenían como objetivo principal formar médicos generales. (1,2)
Es posible remontarse aún a esfuerzos anteriores: los del Instituto Politécnico Nacional que en la década de los cincuentas organizó la Escuela Superior de Medicina Rural.
Muchas otras escuelas de medicina del país se abrieron en la segunda mitad del siglo pasado con la idea de formar médicos generales. En muchas reuniones se convirtió en estribillo hablar del "perfil de médico que el país necesita", dando a entender que su currículo se orientaría a formar médicos generales.
Hay en todo este devenir aspectos de error en el concepto y de una gran ingenuidad.
El error de concepto es que deba formarse un médico con perfil distinto si va a ser especialista o general. El médico que hay que formar es uno bueno, bien preparado, vaya a ser especialista o generalista; bien entrenado en como acceder a la información médica, ejercitado en las destrezas indispensables de diagnóstico y tratamiento; atento a defenderse de las intromisiones de los mercaderes de la medicina, sean estos vendedores de medicamentos y otros insumos o administradores del ejercicio medico.
La gran ingenuidad ha sido creer que se va a impulsar la medicina general a través del currículo de las escuelas. La Medicina General, así con mayúsculas, podrá convertirse en la base de nuestros sistemas de salud -o en uno único si esto fuera posible y conveniente-cuando el sistema o los sistemas, privilegien la medicina general. Cuando al médico general se le ofrezcan posiciones académicas de buen nivel, remuneraciones mejores que al especialista -la labor de un buen médico general puede ser más difícil que muchas especialidades--, oportunidades de destacarse en la vida profesional y social, estímulos para superarse en las instituciones, incentivos económicos por buen desempeño; presupuestos para dedicar parte de su esfuerzo y su tiempo a la investigación y a la enseñanza; cuando la sociedad este bien informada y no caiga en la tentación de exigir la aplicación de tecnologías complicadas para problemas sencillos. Las universidades, las escuelas, pueden participar de un plan para lograrlo, pero no servirá lo que realicen mientras los sistemas de salud del país no hagan su parte.
Cuando todo esto se dé, los alumnos al terminar la licenciatura buscaran prepararse como buenos médicos generales y el acceso a las especialidades podrá regularse de acuerdo a las necesidades del país.

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